En esta ocasión voy a hablarte de algo que suele atemorizar a cualquier persona que se pone a vender algo por primera vez. Es algo normal, es un miedo a lo desconocido, y es un pensamiento limitante que seguro que te suena: no valgo para vender.
Todos los que por nuestra actividad profesional nos tenemos que dedicar a vender nos hacemos esta reflexión. El motivo es, como te dije antes, que tenemos miedo a lo desconocido, sentimos vergüenza de pedir dinero a otros a cambio de lo que ofrecemos, que pensamos que no lo vamos a hacer bien, o nos comparamos con vendedores de cierto prestigio que conocemos y pensamos que no les llegamos a la suela de los talones. Pues quítate eso de encima, porque es un gravísimo error.
La prueba de que lo que te digo es cierto
¿Aún crees que no vales para vender? Voy a demostrarte que no es cierto en un solo minuto.
Piensa en alguna ocasión en que has convencido a alguien de algo y esta persona ha quedado satisfecha. Puede ser en la elección de una película de cine, o en la elección de un cuadro, o en la compra de los regalos de Navidad, en el trabajo, en casa, con los amigos… Todos somos capaces de convencer a alguien de algo y que quede satisfecho.
Pues eso, ni más ni menos, es vender. Y tú, yo o cualquier persona lo podemos hacer. Tan sólo hay que entrenarlo, equivocarte mucho, y seguir una serie de pautas.
Cómo vencer este pensamiento limitante
Es tan sencillo como seguir los pasos que diste para convencer, por ejemplo, a tu pareja para ver la película del cine que tú querías. No quiero equivocarte: que venzas tus miedos no es la fórmula mágica para ganar todas tus ventas, aunque sí te ayudará a verte capaz de vender. Es el primer paso.
Voy a seguir con el ejemplo del cine. Imagina que estás en la cola del cine y hablas con tu pareja (o un amigo/a) sobre qué película vais a ver. Tú sabes la película que quieres, y quieres convencer a la otra persona de que vea la misma que tú. Vender no es eso, sino satisfacer necesidades, y en esa línea irá nuestro ejemplo, pues sino el “cliente” y compañero de butaca no volverá a comprarnos (es decir, no volverá al cine con nosotros).
Lo primero que debes hacer para quitarte el miedo es no pensar que estás vendiendo nada. Estás manteniendo una conversación. Esto lo haces más de mil veces por semana y no dices que no sabes hacerlo, ¿verdad?
Lo siguiente es buscar un punto de unión con el “cliente”. ¿Un punto de unión? Sí, una necesidad que tenga. Búscala y haz que lo que tú quieres coincida con lo que el “cliente” quiere. Bien, imagina que tu acompañante está indeciso/a. “No sé qué película ver”, te dice. Es tu oportunidad. Tiene la necesidad de no estar indeciso/a, así que decide por él/ella. Puede ser que quiera ver otra película, pero te diga “si vemos la que tú quieres, cenamos donde yo quiera, ¿ok?”. Es decir, lo más importante para tu acompañante no es la película, sino el restaurante de la cena.
En fin, puede haber infinitas combinaciones. En el mundo de las ventas es igual, solo que tenemos conciencia de que estamos vendiendo, preparamos el discurso para ello. Así que fuera miedos, pues todos nos vendemos de algún modo en la vida, en el trabajo, en los estudios, en algún momento todos vendemos. Olvida esa creencia de “no valgo para vender”.
Espero tus comentarios y tu opinión sobre este artículo. También te recomiendo leer este artículo sobre las llamadas en frío